METÁFORA
No
era que el camino no estuviera perfectamente señalizado. Clavado en lo alto de una
vara de avellano, en un trozo de corteza, ponía «Mermelada artesana. 200
metros», y señalaba un sendero mullido de hierba y salpicado de florecillas
silvestres. A lo lejos se oía el rumor de un riachuelo y el canto alborotado de
los pájaros.
Sin
embargo elegí avanzar por una senda pedregosa y embarrada, llena de raíces
traicioneras, y abrirme paso a través de ramas espinosas por donde la luz del
sol apenas lograba entrar.