CAPTURADO
Ahí venían, podía distinguir
sus pasos. Esta vez eran dos, el asunto se complicaba, pero yo les plantaría
cara hasta el final, les iba a costar atraparme.
Me atrincheré en mi
habitación. Como no tenía pestillo apoyé contra la puerta todo lo que había por
allí y me metí debajo de la cama. Pero no fue suficiente. De un empujón,
abrieron la puerta y entraron. Uno de ellos subió la persiana, otro me sujetó
por los tobillos y me arrastró por el suelo hasta dejarme tendido sobre la
alfombra de Batman. Oí cómo se reían y susurraban cosas entre ellos. Abrí los
ojos. Papá me estaba atando los cordones de unas zapatillas naranjas nuevas
mientras mamá recogía peluches, cojines y ponía donde el pupitre la silla que
había utilizado para trancar la puerta. Luego me cogieron entre los dos y me
hicieron tantas cosquillas que casi no podía respirar de la risa. La mochila de
Mickey Mouse también era chulísima, ¡verás qué cara pondría Izan cuando la
viera!
Así comenzó mi segundo día de
clase en primaria.