EL CUENTO DEL LECHERO
Venancio miraba a su vaca
pastar y hacía cuentas. Con la leche recién ordeñada elaboraría un queso de
nata que sería premiado en ferias locales y nacionales. Aumentaría la cabaña y
su fama atravesaría fronteras. Para no alargarnos: haría un dineral
comercializando la marca y compraría medio monte. Cansado de no tener un día
libre, lo vendería muy caro a una multinacional, que perforaría la tierra en
busca de gas y envenenaría los acuíferos.
―Un día la Tierra se vengará; mejor
dejarlo estar ―decidió
mientras miraba a su vaca pastar.