domingo, 16 de mayo de 2021

Esposa

ESPOSA

Me pidió la mano deslizando en mi dedo anular un anillo de oro con una piedra pequeñita, ¡pero cómo brillaba! No podía dejar de mirarla, me tenía deslumbrada, no me cabía en el pecho mayor felicidad.

Al engordar tras el parto de Bea, la alianza me apretaba y tuve que guardarla en un joyero, que fue llenándose con nuevas alhajas que me regalaba, arrepentido, después de cada desprecio, cada insulto, cada amenaza. Con la primera patada que me dio, cuando nuestra hija ya vivía fuera de casa, le dije que me marcharía, que no quería de él nada, pero ¿a dónde iba a ir yo, pobre estúpida desgraciada?, pensé mientras, lloroso y pidiendo como siempre perdón, me ponía en la muñeca un grillete de diamantes del que nunca podría escapar.