LA RECETA
Yo iba a por cerveza a
la nevera cuando una corriente de aire ¡pumba!, cerró la puerta de la cocina a
mi espalda. Estoy perdido, pensé al recordar las palabras de Rafa, «cuidado
con Maru, es muy pesada», pero es que las latas
que había en un cubo con hielo en la sala estaban calentorras y a mí me gustan
heladas.
La tal Maru me arrastró
a una banqueta y se puso a rajar sin apartar de mí su mirada. Para que no
escapara.
-Las alubias de cocido
son estas, con forma de riñón, ¿ves? ―dijo mientras me metía la cuchara hasta la
garganta―. A remojo hay que
dejarlas ocho horas. Ni nueve ni siete, ocho, ¿entiendes? Y con una hoja de
laurel en el agua, para evitar los gases de luego.
Yo no la había pedido ninguna receta, lo juro, pero ahí siguió, recitándola: que si la panceta, el
chorizo, la patata. Que si la berza (no repollo) bien picada.
Cuando vinieron a
rescatarme, en vez de la cerveza tuve que tomarme un Alka Seltzer y tumbarme en
una cama.