EL RETRATO
Empezó muy despacito
trazando un círculo, después añadió una oreja a cada lado y dentro dibujó unas
gafas sobre la nariz y una barba. Le vistió con la camiseta verde del equipo de
fútbol local, que sabía que era lo que más le gustaba. Con una de sus piernas
chutaba un balón. Pintó unos cuantos pelos que le cubrían la calva, tal como
solía hacer él cuando se peinaba, incluso añadió alguno de más. Contempló el
resultado y sonrió: ya tenía listo el regalo para el Día del Padre que les
habían mandado hacer por la mañana en clase. Escribió un «Te quiero, papá», y algo vacilante puso en una esquina, en letra diminuta, «Carla».
Por la tarde se le pasaron lentísimos
los minutos, esperando a que regresara a casa. Nada más entrar por la puerta se
le acercó y le tendió tímidamente la cartulina, pero tal como había temido,
comenzó a vociferar, sin siquiera mirarle a la cara, «¡tú eres sordo o qué, no
te lo repito más veces, quítate ahora mismo ese tutú, jamás irás a clase de
danza!», mientras hacía una bola con el papel y la arrojaba por la ventana.