sábado, 22 de noviembre de 2014

Beatísima

BEATÍSIMA

«En realidad esto del amor no tenía ninguna lógica», refunfuñaba doña Agustina a la salida de su misa diaria, cuando enganchada del brazo de la tontaina de su criada, «a Fernandita la he querido siempre como a una hija, a veces se me olvida que solo es la doncella», visitaba la tumba de su difunto esposo. Era injusto, con el dineral que le habían costado, que de aquellos rosales solo brotaran espinas; y que las estúpidas hortensias que había plantado la muy simplona fueran lo más florido de todo el camposanto.

Aunque lo más intolerable era el guiño que desde la foto hacía disimuladamente don Saturnino a la muchacha.