martes, 21 de noviembre de 2017

Ardid

ARDID


Sigo observando mi trocito de cielo azul y el sol amarillo que desde una esquina guiña un ojo, sonriente. Tal como me dijo papá: que sonriera el sol. La doctora dice que eso le gusta, que pinte paisajes. Con los lápices marrón y verde dibujo unas montañas que cruzan la cuartilla y dejo los picos sin colorear, como si estuvieran nevadas las cumbres. A la doctora no le extraña que el sol no derrita la nieve, ni que siga con el anorak puesto pese al calor que hace en este ambulatorio, ni que escriba «papá» encima del monigote que sujeta un bastón.