domingo, 16 de julio de 2023

Ring Ring

RING RING

Unas pisadas en la arena mojada serán lo último que quede del señor Romero antes de que una ola pase por encima y en su retroceso las borre, dejando en la orilla el caparazón vacío de un cangrejo y unas algas. Ni rastro del hombre hallarán, al día siguiente, salvo un reguero, desde el agua hasta donde se bajó del taxi, de un pantalón de tergal marrón con cinturón, un jersey de cuello en pico granate, unos zapatos de rejilla con unos calcetines de canalé negros dentro y una chaqueta de lana gris. Los calzoncillos, por pudor, no llegará a quitárselos; solo de pensar que la marea arrastre su cuerpo a algún arenal y lo encuentre una mujer le hace sentir muy turbado. Se imagina a la descubridora del cadáver con un palito en la mano, mirándole a cierta distancia con asco y aprensión, y él ahí, panza arriba y despatarrado, sobre un muslo su pene lacio del que solo queda un glande pálido y arrugado, o lo que es peor, mordisqueado por los peces. Y el vientre hinchado, los dedos de las manos comidos por los depredadores, el rostro desdibujado, quizá sin nariz, dependiendo del tiempo que tardase el mar en regurgitarlo.

No había considerado el señor Romero el asunto del hallazgo de su cadáver y ahora, dándole otra vuelta, se le ocurre que también podría ser que cayese en las redes de un barco pesquero y arruinar así su faena, o quedar flotando indefinidamente en el gélido mar, o dando vueltas como un pelele a merced de las corrientes marinas. O incluso olvidado, para siempre, en el fondo del océano rodeado de esas criaturas luminiscentes llenas de dientes afilados.

Además de todos esos inconvenientes están también el frío, la humedad que se te mete en los huesos y el rato horroroso entre que te ahogas y no mientras las estrellas brillan indiferentes al drama en el cielo negro. Tanta agonía no se ve él capaz de encarar, por muy solo y deprimido que se encuentre, por eso se retracta y cuelga antes de que al otro lado del hilo telefónico una voz metálica conteste: «Radio Taxi, dígame».