EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ
Tan sencillo es como comprarse
una Tablet, que te la llevas a cualquier sitio, y todo, todo, todo, desde los
clásicos hasta el bodrio de novelita que escribe un mindundi en Albacete, en
Wichita o en Melbourne, lo tienes a golpe de clic.
Es el progreso, que ya está
aquí. Poco a poco desaparecen de las ciudades las librerías, dejando de
amontonarse diccionarios, novelas, cómics y fanzines en los escaparates, en las
estanterías que llegan hasta el techo, en las mesas y sillas, en las tarimas del
suelo. Porque ahora, lo más, es quedarse en casa metido, con la legaña en el
ojo y en pijama, y saber que lo tienes todo dentro del Ebook, mientras se pasan
las horas contestando WhatsApps, echando una partida de Fortnite, subiendo una
foto del gato a Instagram, mirando los vídeos de TikTok o dando likes a las últimas publicaciones en
Facebook.
No se puede aspirar a más. En
una tarde tormentosa de enero, no tener que ponerse el gabán, coger un paraguas
y salir a la calle a comprar un libro. Ahorrarse el encuentro con algún
conocido por el camino que te obligue a parar a charlar bajo la lluvia. No oír
el tintineo de la puerta de la tienda al entrar, no aspirar el aroma nuevo del
papel, el antiguo de los pergaminos. Descartar, para siempre, el tacto de los
lomos de los libros, el diseño de sus portadas, el roce de sus hojas al
abrirlos. Y también, muy importante, no perder el tiempo escuchando las
recomendaciones del viejo librero, que seguro que no conoce tan bien tus gustos
como el algoritmo.