JUEVES SANTO EN MACONDO
Mientras la impía lluvia borraba la rayuela que
durante siglos los fantasmas habían conservado intacta en el patio trasero, la
niña Montiel, translúcida, con las rodillas hundidas en el barro junto al
murete de la casa donde habitaba pero no, y en pleno empacho de éxtasis, tierra
y cal, sintió que se elevaba hacia el cielo llevada de la mano del arcángel
Gabriel.