LA ESCENA DEL CRIMEN
El incómodo cadáver del mediador de familia, tirado en el suelo de la alcoba del servicio sobre un charco de sangre, cognac y vidrios rotos; la duquesa, esposada y en camisón, siendo conducida por dos agentes hacia el vehículo policial; la joven doncella, en cuclillas en una esquina, mordiéndose inconsolable la punta del delantal; y el pobre duque, medio legañoso aún, contemplando perplejo los añicos en que se había convertido la botella más valiosa de su colección.