viernes, 7 de diciembre de 2012

Atrapado


ATRAPADO

Con esa exactitud tan característica de la ciencia, formamos fila en el patio de la escuela bajo la mirada inquisitiva del padre Aurelio. Antes de entrar en el aula, examina concienzudo orejas y uñas y hurga en las carteras en busca de dulces o tirachinas, que requisa a los infractores tras arrearles un buen pescozón. En el fondo de mi maleta voy escondiendo todos esos regalos infames, y cuando salgamos del internado ya tengo un plan para deshacerme de ellos sin que me descubran. «Calladito, eh, o me traigo a tu hermano», eso dijo el cura, y además prometí a mamá defenderle de los abusones.