domingo, 8 de mayo de 2022

Carnal

CARNAL

Se le ha pasado por la cabeza meter en el jacuzzi que hay en la azotea del chalé pirañas y así, cuando como cada tarde se sumerja junto a ella en el agua burbujeante mientras en el horizonte se diluye el sol y empiezan a parpadear estrellas, morir juntos, morir de amor, morir para siempre con su reina.

«Me estoy volviendo majara, ¿de dónde saco estas ideas?», se dice en un instante de lucidez, frotándose los ojos enramados de no dormir, que lleva cuatro días en vela desde que llegó la nueva doncella. Que dice que como el uniforme le aprieta, anda todo el día desnuda, y él solo de ver sus nalgas ya se marea. Y a nada que se descuida aparece silenciosa por detrás, le rodea la cintura con sus brazos color canela y desliza una mano por dentro del pantalón mientras chupetea golosa su oreja. Entonces es cuando él pierde la noción del espacio, del tiempo y hasta de la gravedad, y se convierte en el juguete de ella, que parece que nunca se cansa. Porque tras dejarle sobre la cama empapado en sudor, recuperando el aliento, se pone a probarse frente al espejo del vestidor, moviendo con gracia las caderas, bikinis y lencería de seda, como si fuera la dueña y señora de la mansión, ¡y qué bien que le sientan a la puñetera! Y en vez de ayudarle a ventilar, quitar el polvo, limpiar la piscina, llenar la despensa, podar los rosales, que la familia está al caer para comenzar su veraneo, lo tiene del todo hechizado, tan arrebatado que está perdiendo la razón y percibe borroso y desdibujado, o más bien no lo percibe, el límite entre amar y morir desmayado de amor.