martes, 8 de octubre de 2013

Subasta

SUBASTA

—Érase una vez a la una…—. El banquero se remueve incómodo en su sillón.
—¡Érase una vez… a las dos!—.  Las uñas del político parecen astillas.
—Érase una vez…  ¡a las tres! Adjudicada al cuentista.

Por mucha maña que se dieran inventando historietas,  la frase de inicio jamás les pertenecería.