A SALVO
Salen
sigilosamente de las habitaciones de sus hijos con la conciencia tranquila.
Gracias a los cuentos que inventan para ellos, a Lucía y Daniel nunca se les
aparecerán en sueños brujas que ceban con turrón a los niños para luego
zampárselos, nada de eso. En sus relatos, los bosques son los lugares más
seguros del mundo para salir de paseo, sin lobos ni madrastras ni manzanas
envenenadas.
Cuando
el silencio invade la casa, Lucía despierta a su hermano. Juntos vacían cajones
y revisan armarios hasta dar con los dos monstruos amordazados. Entonces les
liberan de sus ataduras y, consolándoles, vuelven a dejarlos debajo de sus
camas.