jueves, 7 de junio de 2012

Mala hierba

MALA HIERBA

En el otoño de mi existencia una semilla prendió en mi adorado pero estéril jardín. Después de años de atenciones y cuidados había perdido la esperanza de que un brote de vida iluminara esta tierra silenciosa; zarzas y matorrales habían ido avanzando sin compasión, arruinando todos mis desvelos.
Una tarde de mayo, con el arcoíris en su mirada y el descaro en sus labios, me reveló algo acerca de un retoño en ciernes, de un nuevo jardinero… La  espesa maleza que enredaba mi mente me impidió seguir escuchando; mi alma marchita, llena de espinas y amargura, solo pudo percibir el eco de risas imaginadas.
Con la misma pasión con que regaron y abonaron, mis manos han arrancado el problema de raíz y cubierto de baldosas el terreno. Han pasado los meses y para mi sorpresa los tallos que germinaron entre las juntas han comenzado a criar cientos de florecillas malvas.