DEMENCIA
Desde que encontraron el cadáver
de Holly hundido en el pozo negro, mamá se pasa los días deambulando como un
fantasma por los pasillos y habitaciones sin parar de repetir «no olvides bajar
la tapa, hija, no olvides bajar la…» cada vez que me ve entrar o salir del cuarto de
baño. Está convencida de que se escurrió por el agujero del inodoro que ahora
engulle cada nuevo cachorro de setter que obstinado trae papá cuando
misteriosamente desaparece el anterior.Solo el eco de esa cantinela, las descargas de la cisterna y los ladridos suplicantes me mantienen distraída. Porque desde aquello nadie habla ya de mi hermana. Ni de ella ni de nada. Por eso yo, para sentirme menos sola, sigo llevando mascotas a su tumba y en las noches de luna llena me quedo allí un ratito a jugar con sus sombras.
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