domingo, 30 de marzo de 2025

El desayuno

EL DESAYUNO

Es una manía que arrastra desde siempre Julián: anticiparse a los acontecimientos poniéndose en lo peor. Igual es porque cuando algo le ilusionaba mucho, la dicha poco le duraba. Si un globo que llevaba anudado al puño en la cabalgata el viento se lo podía arrebatar, adiós globo. Si a una bici nueva iba a pinchársele una rueda, tenía que ocurrir lo más lejos posible y hala, a volver tirando de ella no sé cuántos kilómetros hasta casa. Si la tinta de un Rotring podía gotear sobre un diseño que le había quedado perfecto y arruinarlo, tenía que ser en el examen final de dibujo técnico del último curso de la carrera.

El caso es que su plan de poner una cafetera para desayunar —podía como mucho ofrecer unos yogures que había en la nevera, nada más, despedirse de las chicas y hasta luego, cada una a su casa, que él mañana tiene comida familiar, intuye que no va a funcionar. Entre tragos, bromas y jijijajá, ha sacado el tema para tantear, como quien no quiere la cosa, y lo ha visto complicado. A Jessica los lácteos no le van nada. De azúcar ni oír hablar, puro veneno. Y el café no le gusta, ella solo desayuna té Kombucha con dos gotitas de pomelo y nada más. Marion, sin embargo, dice que los domingos lo que más le puede apetecer es dormir hasta mediodía y claro, cuando se levanta tiene tanta hambre que devora lo que se le ponga por delante: tostadas con aguacate, salmón y aceite de oliva virgen extra; huevos revueltos con jamón; croissants o churros recién hechos con chocolate; un bol con piña, kiwi y mandarina; y que no falten dos cafés bien cargados, pero con sacarina y leche vegetal. Y Clara, que lleva dos tequilas de ventaja sobre los demás, dice que a ella, para desayunar, le da igual una cosa que otra, pero que unas fresas con nata estarían fenomenal. Eso sí, lamiendo directamente con la lengua del torso desnudo, los pezones, el pene de Julián.

Total, que pese a que la idea de un trío lo de cuarteto les hacía mucha gracias, les sonaba a violines y guitarras con él fue de ellas, a que estaban preciosas con sus vestiditos de tirantes, tan morenas y escotadas, y a que los chupitos les habían desinhibido a los cuatro y ya se acariciaban y besaban sin ningún recato en aquella terraza de verano, a punto de ver salir el sol, Julián les dijo que iba un momentito a mear. Y mientras se alejaba a paso ligero hacia la parada de taxis, se sintió muy aliviado. Menudo peso de encima que se acababa de quitar.