VOCES
La muerte
se ha olvidado de nosotros por segunda vez. Ni para eso servís: mucho blablabla,
pero sois unos cobardes. A ti te noté indeciso el día del cúter y como salía
poca sangre pasó de largo, llamándonos aficionados. Y tú, ¡sí, tú! te quedaste corta
con los ansiolíticos y cuando vio el vómito se marchó, advirtiendo de que en
ese plan no volvía. Pero esta vez me encargo yo. No soporto vuestra cháchara ni
un segundo más. Me he encaramado a la barandilla de la terraza y acabo de verla
llegar. Dice que no tenga miedo, que la coja de la mano y que salte ya.