CASTING
Princesa de cuento, eso es lo
que siempre he querido ser: llevar lindos vestidos, tiaras de diamantes, y
tener a la puerta de palacio un carruaje con dos corceles blancos. Pero hay
cosas por las que no paso: comer manzanas envenenadas o ir besando sapos por
las charcas, puag, qué asco. Tampoco tengo intención de pincharme el dedo con
el huso de una rueca y tirarme siglos roncando; ni ser la chacha de una madrastra
y dos hermanastras, todo el día fregando. Ni hablar. Por eso he venido a este
casting y aquí estoy, tumbada sobre diez
colchones, con un guisante debajo. Voy a cruzar los dedos porque, de verdad,
qué mal anda el patio.