24/7
Desplazándose con sus bandejas
llenas entre las mesas comienza Rob su jornada: cuatro de chocolate con churros
para la uno, pincho de tortilla y café para la tres, croissant natural, magdalena
y dos tés para las chicas de la seis. Silencioso, diligente y esquivando sillas
fuera de su sitio o algún despistado que no lo ve, regresa a la barra parándose
a recoger servilletas, cubiertos sucios, platos y tazas vacíos de los desayunos
terminados por los clientes.
Así sin parar hasta la hora del
cierre. Después lo dejan cargando la batería en el almacén, y listo para el día
siguiente.