CORAZÓN PARTÍO
En mil añicos, como un cristal
que recibe el impacto de un proyectil, se le rompió a Annie el corazón cuando
vio a Eric dando un beso con lengua a su mejor amiga a la semana de comenzar el
curso. Sin ningún ánimo ni ilusión y
con muchas lágrimas derramadas y sin derramar, los fue recogiendo uno a uno,
siguiendo un instinto hasta entonces para ella desconocido, notando el dolor
punzante que aquel desgarro de la víscera le había producido.
Los fue uniendo con
desinterés, de cualquier manera, con celofán, grapas y pegamento. Cuando hubo
terminado, dejó el amasijo ahí, en el hueco donde antes palpitaba
despreocupadamente un órgano rosado, mullido e infantil y no volvió a prestar
atención a su latido hasta que, mes y pico después, durante la fiesta de
disfraces de Halloween, se le acercó Tommy, le cogió de la mano y le susurró no
se sabe qué al oído.