EL BECARIO
Chang Hoo
Ling pulsa el botón del ascensor y se retira una legaña del ojo frente al
espejo de la cabina. Los lunes por la mañana nunca oye el despertador y
ya es la tercera vez este mes que llega tarde al trabajo. Se baja en el piso 57
de la torre Bangkok donde hace sus prácticas como becario en la cadena de
televisión local “Ecos del mundo”. Entra sigiloso como una serpiente en su
habitáculo de seis metros cuadrados, cierra la puerta tras de sí y respira
aliviado. Parece que no le ha visto el jefe, menos mal. Abre la ventana para
airear el cuartucho y se deja caer en la silla, aflojándose la corbata para
recuperar el resuello.
Como todos
los días, se encuentra sobre la mesa las carpetas con las noticias del primer
avance informativo. Su tarea consiste en completar la escueta nota
periodística, revisar la redacción y estilo y añadir una imagen al texto. Está
empleado en la sección “Crónica social y cultural europea”. Cuando se licenció
en la universidad su sueño era conseguir un contrato en algo relacionado con el
mundo del deporte, pero con su mediocre expediente académico y su
falta de experiencia solo consiguió un contrato en prácticas de tres meses.
Para empezar no está mal, Chang, le había dicho su padre. Lo primero es
conseguir un empleo, adquirir conocimientos y ya llegará el momento de
demostrar tu valía.
Antes de
ponerse a la tarea, se acerca a la máquina de café del pasillo a por un expreso
bien cargado y al regresar se encuentra todos los expedientes esparcidos por
el suelo. La corriente se ha llevado por los aires fotos y documentos y ahora
está todo desordenado sobre la moqueta. Bastante molesto, se agacha a recoger
fotos y papeles y cuando termina con la limpieza, se pone a darle al teclado
con la primera de las noticias.
“Muere
Margaret Thatcher”. Bien, ¿y esta quién era? Ah, sí, la ministra británica
aquella que mandaba tanto, se dice después de consultar en google. Revisa
rápidamente la reseña, copia y pega un párrafo de la Wikipedia y escanea una
foto de Meryl Streep que había volado desde una estantería y vino a aterrizar
justo encima de esta carpeta. Aquí se la ve más jovencita, más saludable. Es
mejor ser recordado así por el público, concluye.
“Premio Nadal
2013 entregado a…”. Qué raro, piensa, una noticia de deportes. Hombre, no deja
de ser un premio, y por tanto, puede tener cabida en la crónica cultural, por
qué no. Ahora bien, a estos deportistas occidentales los veo un
poco maduritos para andar ganando premios todavía. O igual es un homenaje. No
importa, Rafa Nadal me encanta, es uno de mis favoritos. Y a continuación copia
el texto, corrige las faltas, busca una foto del tenista y deja preparada la
noticia para el boletín de las 12 horas. Se le está dando bien la mañana, ya
solo falta el último artículo y podrá salir a tomar el almuerzo y respirar un
poco de aire fresco, que buena falta le hace
“Vandalismo
contra uno de los símbolos más representativos y universales del arte. Un
enajenado lanza un bote de pintura sobre la escultura del genio del
Renacimiento”. Esto creo que está en Italia, me suena de la asignatura de
historia en el instituto. Y redacta el título de su último informe: “El Miguel
ángel de David sufre el ataque de un desaprensivo. La restauración comenzará…”