FUMATA
—…y aburrida de esperar
a ver qué narices pasa, espero paciente a que aparezca el lobo acompañado de
Alicia, el conejo y el sombrerero, que se troncha burlándose de todos ellos con
sus acertijos. —En este punto interrumpe el relato y se queda embobada
contemplando cómo las sombras de las rejas se distorsionan en las paredes del
cuartucho al atravesar la bocanada de humo que expele.
—Zzz…—Paula
se arrebuja en su camastro, aprieta fuerte los ojos y se gira fingiendo dormir.
¡Así no es el cuento! Cómo detesta los días de visita, cuando viene el
tío Nacho y mete a escondidas en el bolsillo de su babi esos apestosos
cigarrillos verdes.