CABEZA
DE TURCO
El cabo Hopkins repartía las
cartas con la izquierda, y con la derecha metía los fajos de billetes y
estrechaba calurosamente la mano de los oficiales que desfilaban por su garita,
todos los primeros viernes de cada mes. Con su pulcra letra copiaba los nombres
de los mandos en los sobres y escribía en un cuaderno una relación de cobros,
tal como le había ordenado su capitán.
Desde el húmedo calabozo donde
está recluido recuerda con amargura cómo todos ellos, el día del juicio, se
lavaron las manos, igual que Poncio Pilato.