EN EL AIRE
¡¡¡…AAALWAYS LOOOOOVE
YOOOOU…!!!
—Nada, mi
comandante, que no hay manera —se rinde el copiloto mientras toma asiento en la
cabina. —Ni la azafata ni yo hemos conseguido hacerla callar. No se
atiene a razones y encima ahora parece que canta más alto.
—¿Y no se la
puede atar y amordazar? Ya, ya sé que es un disparate, pero nada comparable a
esta tortura china. Tenía que haber hecho caso de mi horóscopo: «Durante toda
la semana evite los viajes en avión». ¡Pues ya no aguanto más, ea! Solicitaré
autorización a la torre de control más cercana alegando una emergencia para
aterrizar en el siguiente aeropuerto, y esa loca abandonará el avión. De lo
contrario, no garantizo la seguridad de la nave.
Veinte
minutos más tarde, el capitán invita a los pasajeros a sentarse en sus butacas
y abrocharse el cinturón. El pequeño avión de hélice hará una escala de diez minutos
para recoger una valija diplomática y luego continuará su ruta. Eso, al menos,
es lo que les ha contado a través del micrófono. En realidad, una vez en pista,
una ambulancia equipada se hará cargo de una pasajera víctima de un ataque
agudo de epilepsia.
¡¡¡…AND
AAAAAAIAAAAAAIAAAAAAA…!!!
Tras tomar
tierra, cuatro sanitarios suben a bordo e inmovilizan a la mujer, que se
resiste repartiendo patadas y mordiscos. Uno de ellos consigue inyectarle en el
brazo un potente anestésico y entre todos la sujetan a la camilla y se la
llevan al hospital.
Al rato, el
piloto inicia el despegue y la nave prosigue su vuelo. Al resto de la veintena
de pasajeros les ha parecido una maniobra algo irregular por parte del piloto,
pero nadie se atreve a decir nada. De hecho, soportar aquellos gritos todo el
trayecto era un auténtico tormento. Y hablando de tormentos, parece que ahora
atraviesan un túnel de nubes negras y turbulencias. El avión se agita, da botes
y pierde estabilidad. Saltan las mascarillas de oxígeno y el equipaje de mano
sale despedido de los compartimentos. La nave se queda a oscuras y de pronto
solo se escucha el silencio.
Desde la
autopista, los de la ambulancia elevan espantados la vista al cielo en el
momento en que un rayo se estrella contra el avión, convirtiéndolo en una gran bola
de fuego.
¡¡¡…LOOOVEEE
YOOOUUU…!!!