DESEOS
—Y tú para de leerme la mente,
maleducado. Y ahora no le vayas con el cuento del Ratoncito Pérez a mamá, que vas
a estropear la sorpresa… —le regaña
Clara mientras apaga de un soplido las ocho velas.
—¿Y por qué no pides un deseo
para ti? —le pregunta al escucho el niño masticando un trozo de tarta.
—Pareces tonto, Nico. ¿No ves
lo triste que está desde que se le
cayeron los dientes?