domingo, 3 de octubre de 2021

Tal vez mañana

TAL VEZ MAÑANA

Le habría encantado crear sus propias historias, ser escritor. Desde niño le gustaba mucho leer y tenía la cabeza llena de localizaciones, de tramas, de personajes, pero si no era por una cosa era por otra y al final lo de empezar su novela lo tuvo que ir dejando.

Porque antes había que vivir mil aventuras en el pueblo, divertirse en las verbenas, enamorarse de Clara, hacer la mili, sacarse año por año Derecho, hincar los codos para aprobar una oposición, casarse con Clara, buscarse un trabajillo extra por las tardes, comprarse un pisito y más adelante, con siete hijos, una casa más grande. Pagar dentistas, excursiones escolares, matrículas universitarias, y ya jubilado aprovechar para hacer viajes: a Fuengirola, a Benidorm, a Cádiz. Pero siempre en autocar, que a Clara los aviones le aterrorizaban.

Un día vino Clara del taller de manualidades con un portafolios de piel curtida, muy suave al tacto, todo cosido a mano, con unos detalles por aquí y por allá preciosos, una cosa que daba gusto verla, olerla, tocarla.

Mira, te he hecho en clase las tapas de tu libro, para encuadernarlo cuando esté listo.

Él tomó de sus manos el regalo, la abrazó y retuvo con fuerza las lágrimas. Tal vez mañana, hoy no, le contaría que sus personajes desde hacía días habían comenzado a abandonarlo.