domingo, 3 de octubre de 2021

El sonido del silencio

 EL SONIDO DEL SILENCIO

Se podía andar descalzo sin ensuciarse los pies. Por poder, se podría hasta comer sobre el pavimento. No se veía un escupitajo, ni cagadas de perro, ni chicles pegados al suelo. Como todo era peatonal, no se oían frenazos, pitidos, sirenas, ni gritos de conductores coléricos. Tampoco había policías ni señales prohibiendo esto o aquello. Se respiraba paz, sosiego, recogimiento.

Pero a muchos, tanto silencio les aturdía. Sentados bajo los cipreses, mareados por el olor de rosas y crisantemos, acortaban la visita y recobraban la serenidad cuando, de regreso a sus hogares, sus coches quedaban atrapados en algún embotellamiento.