EN FORMA
Un gimnasio nuevo pegado al
portal, por treinta euros al mes, con piscina abierta desde las siete de la
mañana, con una hora de pilates todos los mediodías y por las tardes, a las
ocho, otra de zumba, y con horario ilimitado en la sala de máquinas… ni se lo
pensó; pulsó click en la pantalla y
se dio de alta.
Pero tan temprano, nunca oía
el despertador; después de la oficina lo que le apetecía era ir a comer a casa;
tras la comida se quedaba grogui en el sofá; y por las tardes las cañitas con
los amigotes no las perdonaba. Así que dos años después de estar pagando la
cuota, y sin siquiera conocer el local, decidió darse de baja.