TRES
DESEOS
«…a ver si consigue así que papá no haga más el
indio. Ya está». Y dicho esto, Annie se acomoda en la alfombra voladora
saboreando sus golosinas y arroja por el acantilado la lámpara oxidada. No ha
sido tan difícil decidirse. Cuando llegue a casa, ya no tendrá que
esconderse de la mala bestia que les tiene a mamá y a ella intimidadas: desde hoy, papá estará acompañando al genio hasta el final de los tiempos.