EN
BUSCA DE IDEAS
Siempre andan camufladas, pero
si uno presta atención en seguida las descubre. La hora a la que pasan las
ideas no entiende de relojes y suelen aparecer cuando menos te lo esperas. A
veces, te las encuentras en la marquesina del autobús, o en la mirada del viejo
que alimenta a las palomas del parque, o en el desgraciado que hurga en el
contenedor de basuras. Asoman incluso en los sueños, hay que estar muy atentos.
Una vez vi una que se lanzaba
al vacío desde la azotea de un edificio. Llegué a tiempo y la rescaté de una
muerte segura. La llevé a casa magullada y estuve cuidándola hasta que se
recuperó del susto. Durante un tiempo, la alimenté de palabras bonitas y signos
de puntuación, y fue creciendo y poniéndose gorda. Tuve que imprimirla para que
no tuviera la tentación de desaparecer. Y acabó convertida en relato.