VOCES
—¿Y cuándo será el incendio?
—Eso no se lo puedo confirmar,
don Luis. Hoy mismo, dentro de unos días… Las órdenes las mandan los de arriba,
ya se lo dije.
El de la barba gris garabatea
algo en un papel y recogiendo su maletín se levanta para marcharse.
—Te veré en una semana,
Rodrigo, a ver si sabes algo más.
El muchacho asiente, aturdido,
sin parar de retorcerse las mangas de la camisa.
Agotado tras la última
consulta del día, el doctor abandona el edificio. Aspira una bocanada de aire
fresco y busca en su chaqueta el paquete de cigarrillos. El vigilante de la
puerta le ofrece lumbre. Qué cabeza, otra vez se ha dejado el mechero en casa.