martes, 14 de junio de 2022

Sapiens

SAPIENS

Andan últimamente apáticas las musas, sin ánimo de acompañar al artista en sus momentos de éxtasis creador. Muchas no se levantan hasta después del mediodía y se pasan la tarde bostezando, deseando volverse al jergón.

Las que alumbraron aquellos cazadores abatiendo bisontes en las cuevas prehistóricas temen la ira de los animalistas; las del David desnudo, las bacanales renacentistas, la Lolita de Nabokov, causan indignación entre el sector más conservador; las de los cuentos infantiles como La Bella Durmiente o Caperucita son acusadas de tóxicas y sexistas; y las que inspiran las canciones de reguetón y desamor han sido condenadas a la hoguera y amordazadas en un rincón.

Una de las que aún resisten se presentó hace poco ante un escritor. Pero cuando este se bloqueó con un párrafo donde una puta negra de tetas flácidas era brutalmente sodomizada en un callejón del Bronx, la musa hizo ¡Plof! y desapareció.