IMPUNE
El
leve crujir de la viga de la que cuelga su padre se convierte en un fuerte ¡paf!
cuando el peso del cuerpo parte en dos la madera podrida por la carcoma. «Qué
fastidio», se lamenta Howard mientras se inclina sobre el viejo tensando la soga
hasta que deja de respirar. «Con madre fue más fácil, un empujoncito desde el
bote de remos y listo. Ni siquiera gritó cuando se hundía», sonríe complacido
al evocar las burbujas en la superficie del lago. Pronto le llegará el turno a
su hermana Eleanor y la casa será suya. Pese a la ventaja que le confieren sus
noventa quilos, la gorda es asmática.