EL
PRIMER CHEF
Las palabras iban surgiendo al
mismo ritmo que los acontecimientos: nubes, tormenta, rayo, árbol, fuego…
Una tarde gris de invierno
estaba rumiando unos nabos a la entrada de la caverna cuando vi humo a lo lejos,
¿qué sería aquello? Y para allá me fui corriendo. Daba pena ver el bosque así,
tan negro. Deambulando entre troncos y matojos encontré una ardilla chamuscada,
me dio por hincarla el diente, le chupé hasta los huesos.
Los del clan dejaron de hablarme.
«¡Qué
asco!»,
dijeron los más viejos. Hasta que un día asé sobre corteza de abedul unas
codornices y ni uno vegano quedó en cuanto las olieron.