EL
PICADERO
…y restos de lágrimas en las
mejillas teñidas con el rímel y el colorete. Esa mirada implorante bajo su
fusta de cuero, esa preciosidad a cuatro patas sobre el forraje, con las braguitas
por las rodillas, ufff… Solo con el
recuerdo de sus cabalgadas sobre la insaciable Kristen conseguía Horace
mantener su erección cuando la madre de la joven se presentaba en los establos
disfrazada de amazona.