PROPIEDAD INTELECTUAL
Deja unos puntos
suspensivos al final de la frase que tantos meses llevaba revoloteando en su
cabeza. Consagrado en cuerpo y alma, consciente de la joya en bruto que
manejaba, la ha recortado, pulido y revisado hasta la saciedad con auténtica devoción.
La ha dejado también reposar, volviendo más tarde a ella con una nueva mirada.
Pero quizá en el futuro nadie recuerde su nombre… o quizá sí; con los genios no
siempre se ha hecho justicia. Esa duda le corroe cuando da por concluida la
tarea.
«Érase una vez…
Érase una vez…» vuelve a leer, desazonado, consumiéndose con el sonido de cada
palabra.