ENTREVISTA
Rezó, aun no siendo creyente, para que ni su semblante de moribundo reflejado en el espejo del
ascensor, ni el suelo movedizo que pisaba cuando avanzaba hacia la puerta donde
se leía «Selección de personal», ni los ojos naranjas del reptil que le
escrutaban desde su elevada butaca de cuero, le hicieran tambalearse ante sus
preguntas:
¿Nombre, edad, estudios?