INQUILINOS
A la bestia
que habita en mí le encanta ensayar su sonrisa de golfo antes de salir de caza
por las noches. Siempre consigue sus trofeos, aunque a veces por las malas. Hoy
regresó a las tantas con una mirada salvaje; por la mañana se levantó el otro y
tras arreglarse y frotar unas manchas de sangre del billetero, asistió a sus
clases en la facultad; y a la hora de comer hemos tenido bronca, como siempre.
Ellos me conminan a que elija, pero yo me he encariñado con ambos, así que
seguiremos juntos hasta que el cuerpo aguante.