NOCHE
DE SAN JUAN
De esa es de la que tú no
quieres hablar.
Porque te despertó de tu
imberbe letargo con sus labios de calimocho al ritmo que la hoguera devoraba
tus cuadernos de apuntes en la playa. Porque en su garganta creíste derramar
toda la sal y el agua del océano, sintiéndote cada vez más lleno. Porque con
sus lametazos te hizo esponjarte cerca del momento de la pleamar para luego, al
despuntar el sol, abandonarte a tu suerte en la orilla mientras salpicaba con su espuma
la boca de los otros náufragos.