UN POCO DE SAL
—No creo que pueda pedirse mucho más para ser
un lunes por la tarde, ¿eh, zorra? —Ramón se sube la bragueta antes de colocarse
la alianza en el dedo anular—. Lo has pasado bien, ¿a que sí? —dice mientras le
soba los pezones chorreantes de cera derretida—. Ah, enseguida llegará Carlitos
del cole, así que ya puedes ir limpiando el desorden. Y a la próxima te pones
el tanga ese que tanto me excita, ya sabes, el de camuflaje. ¡Te vas a enterar!
Maricarmen se hace una coleta, recoge el condón
de su marido, prepara la merienda del chiquillo y se pregunta por qué coño se
ha dejado arrastrar a este estúpido juego.