SERVICIO
DOMÉSTICO
Y allí sigue en silencio, acumulando polvo,
junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial. Toooda una
colección de chatarra en la estantería que cada mañana tengo que repasar con el
plumero.
Arturito, con las legañas todavía puestas, no
les quita ojo mientras yo paso el aspirador de un extremo a otro de la sala. Su
padre, sin afeitar y pendiente del teléfono, rumia que «este niño tiene madera,
se fija en todos los detalles, le veo futuro como artista…». Vaya cantidad de
sandeces. Lo único que veo yo son dos zapatillas de Bob Esponja debajo de la
mesa del salón. Malditas vacaciones escolares. Y ya veremos si este mes me
pagan.