sábado, 11 de enero de 2014

El arma del delito

EL ARMA DEL DELITO

—Así, tontamente, acabe pegándome un tiro en la cabeza, o me estrangule, o me apuñale, o algo peor. No se puede confiar uno. Ca. Hace tiempos que no pego ojo por culpa de sus ronquidos, casi me alegro de que se haya muerto el puñetero viejo.

El nonagenario cuenta su versión de los hechos a los sanitarios del asilo sobre la repentina muerte de su compañero de habitación. No suelta el bastón blanco ni cuando llegan los agentes de policía, con sus guantes y sus maletines negros. Ha tenido suerte, esos novatos no se atreverán a quitárselo.