lunes, 6 de mayo de 2013

Reinventarse o morir


REINVENTARSE O MORIR

Disfrazado de vendedora de manzanas aguardo mi turno junto al resto de comerciales en la sala de espera. El gerente de la sidrería asoma medio cuerpo por la puerta y  risueño menea una mano arriba, abajo, arriba, abajo. ¡Siguieeente!, chilla con voz aflautada, y un hombre regordete y colorado, con dos trenzas rubias postizas, entra danzarín con su canastilla de fruta. Yo aprovecho estos minutos para repasar mi discurso y practico la ridícula reverencia que aprendí en el cursillo de vendedor. Y mientras me atuso los bigotes,  no paro de preguntarme si se me habrá pasado algo por alto.