martes, 28 de mayo de 2013

En el aire

EN EL AIRE


¡¡¡…AAALWAYS LOOOOOVE YOOOOU…!!!
—Nada, mi comandante, que no hay manera —se rinde el copiloto mientras toma asiento en la cabina. —Ni la azafata ni yo hemos conseguido hacerla callar. No se atiene a razones y encima ahora parece que canta más alto.
—¿Y no se la puede atar y amordazar? Ya, ya sé que es un disparate, pero nada comparable a esta tortura china. Tenía que haber hecho caso de mi horóscopo: «Durante toda la semana evite los viajes en avión». ¡Pues ya no aguanto más, ea! Solicitaré autorización a la torre de control más cercana alegando una emergencia para aterrizar en el siguiente aeropuerto, y esa loca abandonará el avión. De lo contrario, no garantizo la seguridad de la nave.
Veinte minutos más tarde, el capitán invita a los pasajeros a sentarse en sus butacas y abrocharse el cinturón. El pequeño avión de hélice hará una escala de diez minutos para recoger una valija diplomática y luego continuará su ruta. Eso, al menos, es lo que les ha contado a través del micrófono. En realidad, una vez en pista, una ambulancia equipada se hará cargo de una pasajera víctima de un ataque agudo de epilepsia.
¡¡¡…AND AAAAAAIAAAAAAIAAAAAAA…!!!
Tras tomar tierra, cuatro sanitarios suben a bordo e inmovilizan a la mujer, que se resiste repartiendo patadas y mordiscos. Uno de ellos consigue inyectarle en el brazo un potente anestésico y entre todos la sujetan a la camilla y se la llevan al hospital.
Al rato, el piloto inicia el despegue y la nave prosigue su vuelo. Al resto de la veintena de pasajeros les ha parecido una maniobra algo irregular por parte del piloto, pero nadie se atreve a decir nada. De hecho, soportar aquellos gritos todo el trayecto era un auténtico tormento. Y hablando de tormentos, parece que ahora atraviesan un túnel de nubes negras y turbulencias. El avión se agita, da botes y pierde estabilidad. Saltan las mascarillas de oxígeno y el equipaje de mano sale despedido de los compartimentos. La nave se queda a oscuras y de pronto solo se escucha el silencio.
Desde la autopista, los de la ambulancia elevan espantados la vista al cielo en el momento en que un rayo se estrella contra el avión, convirtiéndolo en una gran bola de fuego.
¡¡¡…LOOOVEEE YOOOUUU…!!!